El pastel prometido
El pastel ya estaba terminado cuando Eva entro con los niños. Pascual se veía extenuado pero feliz. Terminaba de colocarle las últimas fresas.Eva se acerco a la mesa para mirar con más proyección, y le pareció que era el pastel más maravilloso que había preparado su esposo en los últimos años .-Nunca pensé que tanto tiempo de ociosidad terminara en esto,- dijo eva, señalando con un dedo el pastel y con los ojos más abiertos que nunca-. - ¿Para quién lo hiciste pascual?-Lo hice para el alcalde, respondió sereno. Su voz era delgada y rígida; nada parecida a la de su adolescencia.Los niños tambien estaban al frente del pastel, antojados. Juana intento colocar sus dedos para embadurnarse de crema dulce pero su madre la persuadió. Camilo permanecía contemplándolo, con esa esperanza que le dice al niño que le darán una rebanada como en la fiesta de cumpleaños de algún vecino.-Niños, váyanse para la pieza, ese pastel no es para nosotros.Cuando vio que los niños se habían metido a la pieza, dejando la tranca puesta, se acerco gravemente a pascual con los ojos todavía atónitos de la impresión, y pascual ,presintiendo ya sus palabras, le pidió silencio con el entrecejo para seguir hablando.-Es que se casa. Y pues como sabía que yo era pastelero desde hace muchos años me pregunto si yo preparaba todavía pasteles y yo le respondi que no, entonces me dijo que le prepara uno, pero no cualquiera, uno especial, uno incomparable a todos los pasteles que hayan hecho todos los pasteleros del pueblo. Uno bien grande y con muchas fresas.En el rostro de eva encontró la intriga que siempre la caracterizaba de las demás mujeres del pueblo. Eva solo esperaba que su esposo terminara de explicarse para decidir abiertamente si le daba una bofetada o se le tiraba a los brazos.-Y pues… dije que si, que aceptaba. Que ya mismo empezaba a hacer el pastel especial, dijo con contundencia el pasteleroSu esposa se contenía pero sin dejar de aflojar la piedra de sus manos. Le pregunto lo que más le parecía correcto preguntar:-¿Cuánto le cobraste?-Le cobre un millón de pesos.- Y ya te pago?-No. Me dio la mitad. Me prometió solemnemente darme la otra parte al terminar el pastel y halla verificado que estén todas las fresas que quería
Pascual había empezado a hacer el pastel una noche de junio. Al principio de su labor se sentía torpe porque se le caian los huevos del borde de la mesa ,y las batidoras eléctricas funcionaban desaforadamente, sin el poder alcanzar un control preciso entre sus manos y los objetos. Ya después se sintió tan preparado como la primera ves , que opto por desvelarse nueve noches para tener preparado cuanto antes el mejor pastel que ningún paladar pudo saborear.Era ya finales del mes cuando pascual, con los cabellos enredados de tanto sacudirse, ponía las abundantes fresas sobre los cimientos del pastel. En ese instante en que su esposa cernía frívolamente sus ojos sobre el cómo dos lacerados alfileres, pascual recordó que tenia de celebración salir a la tienda de petro para festejar con cerveza la culminación de una labor que no se imaginaba que iría a retomar en su vida, porque de tanta cosa que leía ya no tenia noción, y prefería que Eva se encargara de todo lo relacionado con el negocio vendiendo solamente los cachivaches y el esporádico numero de lotería que ya nadie compraba en el pueblo porque los números se repetían sin coincidir con el ganador.
-No me quites más tiempo, mujer. Son las siete y tengo que llevarle este pastel al alcalde porque ya me venía apurando.
Eva se hizo a un lado haciendo cuentas mentales. Brevemente hizo un inventario rastrillándose los dientes entre sí, y con una mirada de ilusión en el techo.Pascual cuidadosamente empaco el pastel, con la delicadeza suficiente para no emborronar los pliegues de su obra arquitectónica. Su esposa le grito detrás, como si le hiciera la primera revelación de su vida:
-Y no olvides que Juana se quedo sin la muñeca de navidad porque Camilo le pulverizo los ojos con los cubiertos; tampoco olvides que Camilo no tiene ya zapatos; que le hacen falta flores a los floreros de la casa, y que yo necesito cuidados…….
El pastelero ya había desaparecido cuando quería decir lo mas importante. Mientras tanto, Juana y Camilo, acurrucados como dos juguetones, terminaban de sacarle los cables al carro de carreras que le regalaron a camilo en navidad. Eva llamo a la puerta y después de un leve estrepito se abrió ,y la madre se sorprendió de tan inconmensurable desastre que lograron sus manos inquietas.-Dejen eso niños. Les ordenóA los diez minutos de haber salido con el pastel, pascual regreso con las manos untadas de crema y con la paz angustiante que tienen todos los invictos sin gloria. Los niños casi se atacan a reir y creyeron que su padre estaba loco por regresar de esa manera. Solo eva parecía concebir la razón de todo su estupor, y se imagino el pastel tirado en la acera de la esquina empezado a lamer por los perros
-Todo esto es una mierda. No hare un solo pastel mas en mi vida y ni lo que me reste de ella!
Despues de contarle lo sucedido a su familia, eva mando a los niños a recoger lo que pudieran o lo que quedara del pastel. Según ella, no se podía desperdiciar algo que le había costado tanto esmero realizar a su esposo. Y aunque estuviera lamido por los perros no le importaba; no iba a permitir que quinientos mil pesos se tiraran a la basura solo porque pascual tuvo tanto delicadeza con el pastel que hasta lo dejo caer.Estrujando una de las fresas que le habían quedado impregnadas en la solapa y en el cuello, el pastelero quiso exprimir su rabia a como diera lugar.-Debemos devolver los quinientos mil que me dio al principio el alcalde, dijo.--Nunca, lo contrario Eva.- Aquí necesitamos el dinero, al alcalde le basta. Ah, y le sobra!-¡Pero estas loca mujer! ¿Quieres que me cuelguen en la plaza?-Entonces no debiste haber dejado caer ese bendito pastel-Ya te dije que fueron mis cordones sueltosCuando los niños volvieron con trozos de ese pastel que ya no podían sujetar entre sus manos, encontraron a su papa y a su mama en un ataque intempestivo de risa y mojándose del alcalde y del encargo que no llegaría a la boda. Pascual, encantado de la vida y sus tropiezos, saco dos fresas de sus bolsillos y los hermanos se las comieron mientras comenzaban a reir con ellos.
Extraña sinfonía para extraños
Sirva la copa- Ordenó al mesero. -¿No desea comer?- Le exclamó el joven.
-No. Para que comer solo. ¡Mejor sirva más!
El mesero le sirve.
-¿ Así? Señor-
-No, más-
El mesero le llena la copa. El alcohol rebosa sobre el mantel blanco de la mesa. Se retira. Odiaba el sitio y el lugar donde estaba sentado. La gente lo miraba. El miraba la gente. Un anciano tocaba música clásica en un piano enorme.Lo relajaba la música clásica. Le da una nueva señal al mesero; el mesero camina hacia el, cansado de las atenciones que tenia que ofrecerle al extraño tipo.
-Quisiera una botella de vino- El hombre mira gravemente al inofensivo mesero.
-¿Alguno en especial, señor?-
-No. Solo tráigame la primera botella que encuentre. Es mas; tráigame la botella que le plazca.
-¡Con gusto!- El mesero se aleja. “De repente percibe la misma vos de aquel tipo al cual empezaba a detestar.”
-Ah, casi lo olvido! : Tráigame cigarrillos
Apurado regresó a la mesa, tocándose la frente bañada en sudor.
-Lo siento, en este sitio no se puede fumar-
-¿Entonces en que sitio lo puedo hacer?- Exclamó el extraño.
-Pues…… si gusta puede fumar afuera.
-¿Sabe que?........; mejor tráigame esa botella de vino.
El anciano del fondo tocaba una nueva pieza. Atónito por las hermosas melodías que se estrellaban en sus oídos, cerró por un momento los ojos, entregándose así a sus meditaciones. “Adagio, hermosa sinfonía”. Pensó. Abrió de nuevo los ojos; el lugar se lleno de repente de un silencio perturbador. . Bebió del último sorbo de su copa y deseó más que nunca tener la botella de vino consigo. Después de un largo rato el mesero regresa, con una nueva copa de cristal reluciente, y desde luego, con la botella de vino. Por su elección había traído un vino francés, ¡Que mesero de buen gusto!. El extraño lo mira; esta ves sin la gravedad y la dureza que antes mostraban sus ojos. Estaba complacido. El vino era su bebida predilecta.
-Por favor, lléneme la copa hasta el borde. ¡Amo el vino!-
El mesero se inclina. Hace un ademan de servicio.
-¿Me podría recordar lo que me dijo hace un momento acerca de los cigarrillos?
-Si, claro. Le decía que en este lugar no se puede fumar. Usted sabe, por eso de las normas, aire limpio, libre……-
-Si, entiendo. ¿Me podría hacer un favor?
-¡Con gusto!
-Tráigame una cajetilla…-
El mesero frunció el ceño
-…….Y la cuenta, desde luego…..
El mesero termina de rebosar la copa. Se retira. No se dio cuenta del reguero que se desbordaba por el suelo; la mesa estaba inundada. El extraño no se inmuto. Bebía plácidamente, soñando con aquel anciano de gala que llevaba sus flácidos y arrugados dedos sobre el órgano. Bebía mas, mucho mas de su copa; hasta verle el fondo de cristal puro. Tomó la botella ( y fina) de vino francés y se sirvió otro trago. Bebió del pisco, lo saboreo, lo relamió en sus labios ¡Ah, que refrescante! Se dijo. En menos de nada, desocupó la botella.
Regresa el mesero, con factura y cajetilla de cigarrillos en mano.
-¡Su orden, señor!-
-Gracias-
Agarró la cajetilla de cigarrillos. Los guardo en su bolsillo. Luego observo la cuenta tendida en la mesa. Se estremeció.
-¡Valla!, me salió cara la velada. Menos mal no comí.-
Miro al mesero, sonriente, extrañado.
-Bueno, después de todo la pase de maravilla. Solo. ¿Podría molestarlo con un nuevo favor?
-Si, a sus ordenes!
-Tráigame otra botella igual a esta. Y si no es mucho pedir, unos cerillos.
Pascual había empezado a hacer el pastel una noche de junio. Al principio de su labor se sentía torpe porque se le caian los huevos del borde de la mesa ,y las batidoras eléctricas funcionaban desaforadamente, sin el poder alcanzar un control preciso entre sus manos y los objetos. Ya después se sintió tan preparado como la primera ves , que opto por desvelarse nueve noches para tener preparado cuanto antes el mejor pastel que ningún paladar pudo saborear.Era ya finales del mes cuando pascual, con los cabellos enredados de tanto sacudirse, ponía las abundantes fresas sobre los cimientos del pastel. En ese instante en que su esposa cernía frívolamente sus ojos sobre el cómo dos lacerados alfileres, pascual recordó que tenia de celebración salir a la tienda de petro para festejar con cerveza la culminación de una labor que no se imaginaba que iría a retomar en su vida, porque de tanta cosa que leía ya no tenia noción, y prefería que Eva se encargara de todo lo relacionado con el negocio vendiendo solamente los cachivaches y el esporádico numero de lotería que ya nadie compraba en el pueblo porque los números se repetían sin coincidir con el ganador.
-No me quites más tiempo, mujer. Son las siete y tengo que llevarle este pastel al alcalde porque ya me venía apurando.
Eva se hizo a un lado haciendo cuentas mentales. Brevemente hizo un inventario rastrillándose los dientes entre sí, y con una mirada de ilusión en el techo.Pascual cuidadosamente empaco el pastel, con la delicadeza suficiente para no emborronar los pliegues de su obra arquitectónica. Su esposa le grito detrás, como si le hiciera la primera revelación de su vida:
-Y no olvides que Juana se quedo sin la muñeca de navidad porque Camilo le pulverizo los ojos con los cubiertos; tampoco olvides que Camilo no tiene ya zapatos; que le hacen falta flores a los floreros de la casa, y que yo necesito cuidados…….
El pastelero ya había desaparecido cuando quería decir lo mas importante. Mientras tanto, Juana y Camilo, acurrucados como dos juguetones, terminaban de sacarle los cables al carro de carreras que le regalaron a camilo en navidad. Eva llamo a la puerta y después de un leve estrepito se abrió ,y la madre se sorprendió de tan inconmensurable desastre que lograron sus manos inquietas.-Dejen eso niños. Les ordenóA los diez minutos de haber salido con el pastel, pascual regreso con las manos untadas de crema y con la paz angustiante que tienen todos los invictos sin gloria. Los niños casi se atacan a reir y creyeron que su padre estaba loco por regresar de esa manera. Solo eva parecía concebir la razón de todo su estupor, y se imagino el pastel tirado en la acera de la esquina empezado a lamer por los perros
-Todo esto es una mierda. No hare un solo pastel mas en mi vida y ni lo que me reste de ella!
Despues de contarle lo sucedido a su familia, eva mando a los niños a recoger lo que pudieran o lo que quedara del pastel. Según ella, no se podía desperdiciar algo que le había costado tanto esmero realizar a su esposo. Y aunque estuviera lamido por los perros no le importaba; no iba a permitir que quinientos mil pesos se tiraran a la basura solo porque pascual tuvo tanto delicadeza con el pastel que hasta lo dejo caer.Estrujando una de las fresas que le habían quedado impregnadas en la solapa y en el cuello, el pastelero quiso exprimir su rabia a como diera lugar.-Debemos devolver los quinientos mil que me dio al principio el alcalde, dijo.--Nunca, lo contrario Eva.- Aquí necesitamos el dinero, al alcalde le basta. Ah, y le sobra!-¡Pero estas loca mujer! ¿Quieres que me cuelguen en la plaza?-Entonces no debiste haber dejado caer ese bendito pastel-Ya te dije que fueron mis cordones sueltosCuando los niños volvieron con trozos de ese pastel que ya no podían sujetar entre sus manos, encontraron a su papa y a su mama en un ataque intempestivo de risa y mojándose del alcalde y del encargo que no llegaría a la boda. Pascual, encantado de la vida y sus tropiezos, saco dos fresas de sus bolsillos y los hermanos se las comieron mientras comenzaban a reir con ellos.
Extraña sinfonía para extraños
Sirva la copa- Ordenó al mesero. -¿No desea comer?- Le exclamó el joven.
-No. Para que comer solo. ¡Mejor sirva más!
El mesero le sirve.
-¿ Así? Señor-
-No, más-
El mesero le llena la copa. El alcohol rebosa sobre el mantel blanco de la mesa. Se retira. Odiaba el sitio y el lugar donde estaba sentado. La gente lo miraba. El miraba la gente. Un anciano tocaba música clásica en un piano enorme.Lo relajaba la música clásica. Le da una nueva señal al mesero; el mesero camina hacia el, cansado de las atenciones que tenia que ofrecerle al extraño tipo.
-Quisiera una botella de vino- El hombre mira gravemente al inofensivo mesero.
-¿Alguno en especial, señor?-
-No. Solo tráigame la primera botella que encuentre. Es mas; tráigame la botella que le plazca.
-¡Con gusto!- El mesero se aleja. “De repente percibe la misma vos de aquel tipo al cual empezaba a detestar.”
-Ah, casi lo olvido! : Tráigame cigarrillos
Apurado regresó a la mesa, tocándose la frente bañada en sudor.
-Lo siento, en este sitio no se puede fumar-
-¿Entonces en que sitio lo puedo hacer?- Exclamó el extraño.
-Pues…… si gusta puede fumar afuera.
-¿Sabe que?........; mejor tráigame esa botella de vino.
El anciano del fondo tocaba una nueva pieza. Atónito por las hermosas melodías que se estrellaban en sus oídos, cerró por un momento los ojos, entregándose así a sus meditaciones. “Adagio, hermosa sinfonía”. Pensó. Abrió de nuevo los ojos; el lugar se lleno de repente de un silencio perturbador. . Bebió del último sorbo de su copa y deseó más que nunca tener la botella de vino consigo. Después de un largo rato el mesero regresa, con una nueva copa de cristal reluciente, y desde luego, con la botella de vino. Por su elección había traído un vino francés, ¡Que mesero de buen gusto!. El extraño lo mira; esta ves sin la gravedad y la dureza que antes mostraban sus ojos. Estaba complacido. El vino era su bebida predilecta.
-Por favor, lléneme la copa hasta el borde. ¡Amo el vino!-
El mesero se inclina. Hace un ademan de servicio.
-¿Me podría recordar lo que me dijo hace un momento acerca de los cigarrillos?
-Si, claro. Le decía que en este lugar no se puede fumar. Usted sabe, por eso de las normas, aire limpio, libre……-
-Si, entiendo. ¿Me podría hacer un favor?
-¡Con gusto!
-Tráigame una cajetilla…-
El mesero frunció el ceño
-…….Y la cuenta, desde luego…..
El mesero termina de rebosar la copa. Se retira. No se dio cuenta del reguero que se desbordaba por el suelo; la mesa estaba inundada. El extraño no se inmuto. Bebía plácidamente, soñando con aquel anciano de gala que llevaba sus flácidos y arrugados dedos sobre el órgano. Bebía mas, mucho mas de su copa; hasta verle el fondo de cristal puro. Tomó la botella ( y fina) de vino francés y se sirvió otro trago. Bebió del pisco, lo saboreo, lo relamió en sus labios ¡Ah, que refrescante! Se dijo. En menos de nada, desocupó la botella.
Regresa el mesero, con factura y cajetilla de cigarrillos en mano.
-¡Su orden, señor!-
-Gracias-
Agarró la cajetilla de cigarrillos. Los guardo en su bolsillo. Luego observo la cuenta tendida en la mesa. Se estremeció.
-¡Valla!, me salió cara la velada. Menos mal no comí.-
Miro al mesero, sonriente, extrañado.
-Bueno, después de todo la pase de maravilla. Solo. ¿Podría molestarlo con un nuevo favor?
-Si, a sus ordenes!
-Tráigame otra botella igual a esta. Y si no es mucho pedir, unos cerillos.
Los soldados
Jhon y hands estaban de centinelas; hacia mucho frio y no tenían cigarrillos. Jhon tiritaba y lamentaba no tener los bolsillos repletos de cigarrillos. Extrañaba a su mujer y su casa. Nunca se había separado tanto de ella como ahora, que cumple su primer mes como soldado. Hands parecía adormecido en la hierva, y de ves en cuando se sentía fastidiado por los mosquitos. Estaban asi, sin hablarse, hasta después de un cuarto de hora en que alguno de los dos exclamo, con tono triunfante: ¡una colilla! ¡una colilla!. La encontró hands, cuando se paró de la hierva y mató a tres mosquitos de un solo puñado. La expresión de jhon cambio al instante; se enjuago unas pequeñas lagrimas de la mejilla y por primera ves en la noche, sonrio.
-¿Dónde la encontraste? Preguntó-Estaba al lado de las linternas- contesto hands-Tu si que estas de suerte.-¿Por qué lo dices?-encontrarte unas colillas, en esta oscuridad.-Tienes cerillo.
John sacó de su bolsillo el único cerillo que le quedaba. Encendierón lo que restaba de tabaco a la colilla; luego de fumarla se sentaron en la hierva. Las armas descansaban sobre los troncos de los arboles; cada cual tomó la suya y salierón a hacer la ronda. Amanecía.El cielo había despertado rojo y la luna aun se observaba en su lontananza. Los dos soldados regresarón a sus trincheras.
-No puedo dormir - exclamo jhon, con la mirada fija y ensoñadora hacia la mañana.
-Yo tampoco. Desde que entre aquí se me ha ido el sueño.-Y pensar que esta noche nos tocara igual.-¿Aun extrañas a tu mujer?-No la dejo de extrañar. Si al menos pudiera llamarla-Hazlo-no se puede; el comandante dijo que estaríamos incomunicados mientras estemos aquí.-Es un maldito. Como si no le hiciera falta su madre.-Es diferente-¿Por qué dices que es diferente?-Ellos están acostumbrados.-¿Acostumbrados a que?-A tener el corazón duro.-Yo también quisiera llamar a alguien, jhon-Tu si que tienes un buen corazón, hands.-Tu también jhon, tu también.-Si lo tuviera, no hubiera dejado a mi mujer sola.-Pero no es tu culpa, aquí nos trajeron obligados.-Por eso mismo, hubiera escapado.-Yo también me hubiera escapado, jhon, pero no es nada fácil cuando ya te tienen rodeado.-Durmamos ya, tenemos que estar despiertos al medio dia.-¿todavía nos toca esa formaciones?-Si, nos toca; y no son formaciones, son revistas-Como quieras-Así es. Duerme
Antes del medio día sonaron los pitos y los alaridos del comandante, que era bastante obeso y usaba anteojos. Todos los soldados se burlaban de el por su figura cómica y sus ademanes torpes. Dicen que una vez se levanto sobresaltado y se empuñó el rifle en la boca. Tenía pesadillas; todos decían que tenía pesadillas. Los dos soldados formarón en sus posiciones. Muchos de los que se encontraban allí también llevaban un mes de soldados y también tenían a quien extrañar. Después de que el comandante terminó el discurso, todos se pusierón en marcha a su quehacer militar. Jhon y hands tomaron sus armas y emprendieron su marcha, cuando de repente jhon detuvó el paso y volviéndose dijo: voy por unos cigarrillos para esta noche. Media hora después el cielo estaba oscuro y se empezaban a encender las primeras luces de la aurora. Fumaron y hablaron amenamente, y en las rondas se echaban chistes y se burlaban del comandante. A jhon lo que veía mas chistoso en el era su abultado estomago; decía que era demasiado para un tipo en ese rango. Hands, se reía a carcajadas, como nunca lo había hecho en su vida; lo mas chistoso que tenia el comandante, según su parecer, era su manera de caminar.
-Camina como si le pesara algo- dijo-Como no , el cuerpo ¡Qué mas iba a ser! - Dijo jhon-Sabes como lo llaman los antiguos soldados?-Como?-El elefante con fusil.Hubo una sonrisa efusiva-Supiste que intento suicidarse llevándose el fusil a la boca.-Si. Pero dicen que lo hizo sin intención; había despertado bruscamente de una pesadilla e inconscientemente se llevo el cañón a la boca-A mi me parece raro eso, como anormal.-Que de normal puede tener un tipo de esos!.-Pero bueno, de todas maneras es una lastima que no se hubiera matado el gordo ese.-Si, es una lastima ¿Cómo dices que le decían?- El elefante con fusil-¡Ah, si: el elefante con fusil!Los dos rieron al unísonoFumaron dos cigarrillos más y se tendierón. Se quedarón en la hierba hasta la puesta del sol. Los soldados regresaron a sus literas. Había empezado a llover.
-Te imaginas lo horrible que serian las noches con crepitaciones como estas, jhon?-Debe de ser como una pesadilla. Así como las del elefante………-Yo nunca llegare a ese rango ¿tu si?-Primero me doy tiro.-Quedamos que eso queríamos que lo hiciera el comandante.-Yo creo que lo hará; tarde o temprano, pero lo hará.-¿Por qué lo dices?-Porque se sentirá harto, y por lo tanto dejara de acostumbrarse-¿A tener el corazón duro?-Exacto.La mañana empezaba a despuntar de cabo a a cabo; el sol se trepaba en la montañas. Los soldados se echaron sus fusiles al hombro y caminaron silenciosos cuesta arriba.
El amor que se busca entre dos
Un hombre sueña con la mujer de sus sueños, pero al verla tan detenida y tan intagible en el reverso de ese espejismo que siempre esta cuando se sueña con los ojos cerrados, le dijo: ¡acercate, ahora pertenecemos a un mismo cuerpo y una misma alma! Ella le sonrió con esas sonrisas imperiosas de las dulces caprichosas que no dan su brazo a torcer mientras que con el otro sostienen su deseo. Al notar que no se acercaba sintió por vez primera la desgracia de su soledad. Ante la impotencia de su mano tendida sin hallar respuesta, el hombre palidecio de muerte y ya estaba a la orilla de un desmayo cuando abrió los ojos. El despertador trono con ese péndulo estridente que no se aguanta. Sintió mucha pena por la realidad: a las cinco de la mañana lo esperaba un bus para llevarlo al primer dia de trabajo. Pero las cosas no trascurrieron como pensaba que iban a suceder. Al contrario: mientras continuaba con la linea de su vida entre el cielo y la tierra continuaba mirando la figura femenina que se le presentaba a cada kilometro por el paisaje de su ventana. Se concluye de esta pequeña fabula que el hombre la buscaba en las noches de sus sueños y ella en los dias de su sobrevivir. Todavia se aguarda la esperanza de que en alguna hora se encuentren fuera de la metafisica, de los dias y las noches, en un espacio estatico donde un milagro le quite tanto tiempo a sus búsquedas y fije un blanco sin gravedad para el jubiloso encuentro.
Una tragedia contada en los rieles
Jhon y hands estaban de centinelas; hacia mucho frio y no tenían cigarrillos. Jhon tiritaba y lamentaba no tener los bolsillos repletos de cigarrillos. Extrañaba a su mujer y su casa. Nunca se había separado tanto de ella como ahora, que cumple su primer mes como soldado. Hands parecía adormecido en la hierva, y de ves en cuando se sentía fastidiado por los mosquitos. Estaban asi, sin hablarse, hasta después de un cuarto de hora en que alguno de los dos exclamo, con tono triunfante: ¡una colilla! ¡una colilla!. La encontró hands, cuando se paró de la hierva y mató a tres mosquitos de un solo puñado. La expresión de jhon cambio al instante; se enjuago unas pequeñas lagrimas de la mejilla y por primera ves en la noche, sonrio.
-¿Dónde la encontraste? Preguntó-Estaba al lado de las linternas- contesto hands-Tu si que estas de suerte.-¿Por qué lo dices?-encontrarte unas colillas, en esta oscuridad.-Tienes cerillo.
John sacó de su bolsillo el único cerillo que le quedaba. Encendierón lo que restaba de tabaco a la colilla; luego de fumarla se sentaron en la hierva. Las armas descansaban sobre los troncos de los arboles; cada cual tomó la suya y salierón a hacer la ronda. Amanecía.El cielo había despertado rojo y la luna aun se observaba en su lontananza. Los dos soldados regresarón a sus trincheras.
-No puedo dormir - exclamo jhon, con la mirada fija y ensoñadora hacia la mañana.
-Yo tampoco. Desde que entre aquí se me ha ido el sueño.-Y pensar que esta noche nos tocara igual.-¿Aun extrañas a tu mujer?-No la dejo de extrañar. Si al menos pudiera llamarla-Hazlo-no se puede; el comandante dijo que estaríamos incomunicados mientras estemos aquí.-Es un maldito. Como si no le hiciera falta su madre.-Es diferente-¿Por qué dices que es diferente?-Ellos están acostumbrados.-¿Acostumbrados a que?-A tener el corazón duro.-Yo también quisiera llamar a alguien, jhon-Tu si que tienes un buen corazón, hands.-Tu también jhon, tu también.-Si lo tuviera, no hubiera dejado a mi mujer sola.-Pero no es tu culpa, aquí nos trajeron obligados.-Por eso mismo, hubiera escapado.-Yo también me hubiera escapado, jhon, pero no es nada fácil cuando ya te tienen rodeado.-Durmamos ya, tenemos que estar despiertos al medio dia.-¿todavía nos toca esa formaciones?-Si, nos toca; y no son formaciones, son revistas-Como quieras-Así es. Duerme
Antes del medio día sonaron los pitos y los alaridos del comandante, que era bastante obeso y usaba anteojos. Todos los soldados se burlaban de el por su figura cómica y sus ademanes torpes. Dicen que una vez se levanto sobresaltado y se empuñó el rifle en la boca. Tenía pesadillas; todos decían que tenía pesadillas. Los dos soldados formarón en sus posiciones. Muchos de los que se encontraban allí también llevaban un mes de soldados y también tenían a quien extrañar. Después de que el comandante terminó el discurso, todos se pusierón en marcha a su quehacer militar. Jhon y hands tomaron sus armas y emprendieron su marcha, cuando de repente jhon detuvó el paso y volviéndose dijo: voy por unos cigarrillos para esta noche. Media hora después el cielo estaba oscuro y se empezaban a encender las primeras luces de la aurora. Fumaron y hablaron amenamente, y en las rondas se echaban chistes y se burlaban del comandante. A jhon lo que veía mas chistoso en el era su abultado estomago; decía que era demasiado para un tipo en ese rango. Hands, se reía a carcajadas, como nunca lo había hecho en su vida; lo mas chistoso que tenia el comandante, según su parecer, era su manera de caminar.
-Camina como si le pesara algo- dijo-Como no , el cuerpo ¡Qué mas iba a ser! - Dijo jhon-Sabes como lo llaman los antiguos soldados?-Como?-El elefante con fusil.Hubo una sonrisa efusiva-Supiste que intento suicidarse llevándose el fusil a la boca.-Si. Pero dicen que lo hizo sin intención; había despertado bruscamente de una pesadilla e inconscientemente se llevo el cañón a la boca-A mi me parece raro eso, como anormal.-Que de normal puede tener un tipo de esos!.-Pero bueno, de todas maneras es una lastima que no se hubiera matado el gordo ese.-Si, es una lastima ¿Cómo dices que le decían?- El elefante con fusil-¡Ah, si: el elefante con fusil!Los dos rieron al unísonoFumaron dos cigarrillos más y se tendierón. Se quedarón en la hierba hasta la puesta del sol. Los soldados regresaron a sus literas. Había empezado a llover.
-Te imaginas lo horrible que serian las noches con crepitaciones como estas, jhon?-Debe de ser como una pesadilla. Así como las del elefante………-Yo nunca llegare a ese rango ¿tu si?-Primero me doy tiro.-Quedamos que eso queríamos que lo hiciera el comandante.-Yo creo que lo hará; tarde o temprano, pero lo hará.-¿Por qué lo dices?-Porque se sentirá harto, y por lo tanto dejara de acostumbrarse-¿A tener el corazón duro?-Exacto.La mañana empezaba a despuntar de cabo a a cabo; el sol se trepaba en la montañas. Los soldados se echaron sus fusiles al hombro y caminaron silenciosos cuesta arriba.
El amor que se busca entre dos
Un hombre sueña con la mujer de sus sueños, pero al verla tan detenida y tan intagible en el reverso de ese espejismo que siempre esta cuando se sueña con los ojos cerrados, le dijo: ¡acercate, ahora pertenecemos a un mismo cuerpo y una misma alma! Ella le sonrió con esas sonrisas imperiosas de las dulces caprichosas que no dan su brazo a torcer mientras que con el otro sostienen su deseo. Al notar que no se acercaba sintió por vez primera la desgracia de su soledad. Ante la impotencia de su mano tendida sin hallar respuesta, el hombre palidecio de muerte y ya estaba a la orilla de un desmayo cuando abrió los ojos. El despertador trono con ese péndulo estridente que no se aguanta. Sintió mucha pena por la realidad: a las cinco de la mañana lo esperaba un bus para llevarlo al primer dia de trabajo. Pero las cosas no trascurrieron como pensaba que iban a suceder. Al contrario: mientras continuaba con la linea de su vida entre el cielo y la tierra continuaba mirando la figura femenina que se le presentaba a cada kilometro por el paisaje de su ventana. Se concluye de esta pequeña fabula que el hombre la buscaba en las noches de sus sueños y ella en los dias de su sobrevivir. Todavia se aguarda la esperanza de que en alguna hora se encuentren fuera de la metafisica, de los dias y las noches, en un espacio estatico donde un milagro le quite tanto tiempo a sus búsquedas y fije un blanco sin gravedad para el jubiloso encuentro.
Una tragedia contada en los rieles
Seguramente muchos de ustedes se acordaran de la bella y
sensual salome bargot, la misma que el 14 de abril puso fin a la admiración de sus caderas, de sus senos
sinuosos y de ese contorno de cutis que denotaba una mirada atrevida lanzándose
a los rieles del tren. Ese tren era
llamado el ferrocarril de la sabana. Hoy, como todos sabrán, ya no existe, pero
dejo a sus anchas el imborrable recuerdo de su sangre desmembrada.
Ni ella misma había deparado ese final cuando entraba a la
estación de la mano de su amante. Nuestra bella mujer había sido cotizada y
apetecida por todo el círculo de hombres que rodean esta ciudad de apenas
10.000 habitantes. Ese día una discusión acalorada con su amante le desdibujo
el bello semblante que la irradiaba. Algo andaba mal entre los dos desde la vez
en que sospecho la cercanía de una entrometida.
Cuando la discusión parecía no tener fin, el amante la
abandono a su antojo, dejando en veremos el dulce viaje en tren por lo largo y
ancho de la sabana.
Mientras la vieja vecindad recorría de aquí y allá la
estación, ella estaba perpleja, mirando el atardecer con la mirada triste y
perdida en la lejanía
-No me pasa nada caballero!.
Fue su respuesta entrecortada a un hombre que se acerco a preguntarle
del porque de su tristeza.
-Me quedare con usted para que se le quite la tristeza,
dama.- Dijo él, insistente
-¡Que no! Vallase. Me quedare sola acá.
Nadie lo notaba, pero cruzando el espeso bosque del cerro
oriental, se venía avecinando el tren que iría a cargar con ella y su amante hacia
un paisaje romántico.
-Déjeme, se lo repito. O gritare que pretende abusar de mí.
Se lo advierto.
-Pero es usted tan hermosa, déjenme por un momento…
-Tocarme? Ah, eso es lo que pretende usted, hombre
insolente.
-No mi dama. Ante todo soy un caballero. Solo deseaba
platicarle.
-Pues pierde el tiempo. Ah, hay viene mi tren. Estoy salvada
de este malvado.
-Pero señorita, adonde vaaaa…..
Al dar un pie al frente la bella salome, el hombre se percato
de que algo malo iba a pasar con ella, pues sucedió cuando el tren ni siquiera
empezaba a detenerse. Corrió tras ella y alzo su mano para alcanzar su hombro.
Era demasiado tarde para salvarla. Cuando dio el brinco decisivo en cuestión de
segundos estaba siendo devorada por los
rieles filosos que cruzaron como un ventarrón vehemente, haciendo de su belleza
polvo y de su cuerpo una desagradable escena para los antropófagos.
El nombre del testigo era Samuel, barrendero de la estación.
Y seguramente no olvido nunca lo sucedido con nuestra bella y trágica, salome bargot.
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